Algo está cambiando, no solo el paisaje y las canciones, se siente el olor del peligro adyacente. Los tímidos espíritus ya no huyen con nuestra llegada, por el contrario parecen agresivos, nos maldicen y roban nuestros colores hasta dejar nuestro rostro como el de un muerto viviente.
En esta ocasión entraremos a un laberinto sin precedentes, la ilusión óptica hará una grande jugada y de nosotros depende poder abrir el camino hasta el final.
Las mecánicas han cambiado un poco, en estas profundidades ya no pensamos en jugar con la sombra sino con la luz, y es que siempre, como seres humanos, buscamos un atisbo de luz en la oscuridad.
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