Faster Than Light (FTL) pertenece a una categoría de juegos que nos podrían hacer decir en voz alta “solamente una partida más” un miércoles a las 3 de la madrugada. Cualquiera puede salvar al universo, pero no todos pueden hacerlo.
Por: Jormanks
Lt. Kara ‘Starbuck’ Thrace: I never wanted this kind of responsibility.
Commander William Adama: The Cylons never asked us what we wanted.
Fuego a estribor. Las llamas están cerca de los motores de la nave y de la máquina que se encarga de la generación de oxígeno, que se encuentra apagada, por lo que se descarta abrir las compuertas para extinguir el incendio. Mientras la nave resiste los ataques del enemigo, dos de los tripulantes tratan de reparar el daño. Los escudos a duras penas se mantienen en pie. El navegante trata de evadir los misiles mientras el motor se prepara para el salto que los puede llevar a otro punto de la galaxia. Lo logra, pero se ha agotado el combustible. Quedan a la deriva mientras la tropa rebelde se acerca a toda velocidad. Los tres tripulantes tratan de deshacer el daño a la espera de lo inevitable. Unos instantes después la nave estalla. La misión ha sido un fracaso.
La trama de FTL es muy sencilla: una nave de la Federación (la alianza de la paz de todo el universo, por eso la mayúscula) tiene en su poder los datos de una transmisión de la flota rebelde, que debe entregarse al Comando Superior. Para hacerlo, hay que cruzar el sistema intergaláctico, que consta de ocho sectores llenos de enemigos, naves abandonadas, tiendas, piratas, y tormentas eléctricas. Así todo esto suene un poco genérico (y algo tomado de Star Wars), las mecánicas del juego logran que cada vez que emprendamos un viaje este sea único.
Las decisiones que podemos llegar a tomar no influyen en el juego como tal, pero logran confrontar nuestros valores. Podemos encontrar una nave averiada que pide ayuda. No hay muchas opciones: ayudarlos, o abandonarlos. Cuando envío a alguien de mi tripulación, lo secuestran. Cuando entrego combustible, me disparan. Cuando saqueo la otra nave, me doy cuenta de que estaban en un viaje que no tenía nada que ver con esta guerra, y no tienen siquiera elementos para mejorar mi transporte. Aunque no siempre es así, lo que más recuerdo es el efecto adverso a mi buena fe, lo que influye bastante en la manera que debo jugar. En el mapa estelar podemos ver las llamadas de auxilio en diferentes puntos. Ahora las evito.
Al tratarse de un juego en el espacio se asume la existencia de varias razas. Cada una con sus ventajas y defectos. Pero, al final, se trata de administrar una nave con la tripulación disponible: comenzamos con tres individuos que se deben alternar en los diferentes sistemas de la nave, que manejan las armas, los motores, el escudo, la enfermería y otros que no son menos importantes.
Todas las naves cuentan con estos sistemas que pueden ser atacados de manera individual. El daño que recibe cada elemento interviene en el desarrollo de la partida, lo que afecta nuestra estrategia con cada encuentro. Podemos estar a la merced de quien vulnere nuestro escudo, ahogarnos al no tener oxígeno, lo que va disminuyendo el nivel de vida de nuestra tripulación, o quedar a ciegas cuando el generador de energía ha sido atacado.
Pero no todo es malo. A veces podemos encontrar lugares amistosos que sirven de tiendas. En ellas tenemos la opción de mejorar los sistemas, contratar más tripulantes y poder así atender cada estación de la nave, comprar drones que ataquen los enemigos, o se encarguen de reparar los daños que nos han hecho.
A lo largo del viaje nuestra tripulación va ganando experiencia, lo que significa que se especializa en las labores en las que ha invertido más tiempo. Del mismo modo, cada sistema se puede actualizar para gozar de más beneficios: diferentes tipos de misiles, niveles de escudo, disponibilidad de energía. Este último punto es importante, ya que debemos balancear los sistemas y sus mejoras con la energía disponible. Todas estas palabras para poder pensar como en las películas en las que concentran todos los recursos para los escudos, mientras esperamos a que el motor “caliente” para poder saltar a otro punto del mapa.
Son las situaciones que encontramos en FTL las que le dan ese aspecto particular. Las variables con las que nos enfrentamos no son solamente los enemigos y los recursos: el entorno nos puede hacer jugar una mala pasada. Llegar a un punto donde hay estrellas gigantes puede comprometer el casco de la nave y generar incendios; las nébulas dejan inservibles los sensores; los campos de asteroides debilitan los escudos, y las tormentas de iones afectan los generadores de energía. Y, todo esto, aparece de forma aleatoria, lo que garantiza que no hay dos experiencias similares.
Podemos encontrar este juego en Steam. Aunque fue estrenado en 2012, hoy en día cuenta con una popularidad envidiable. Su porcentaje de aprobación en esa plataforma es del 96%. Y, por su antigüedad, muchas veces se puede conseguir en oferta. De hecho, fue en una de las ventas de verano que lo encontré. Y me alegro de haberlo hecho.
FTL nos recomienda comenzar a jugar en su nivel más bajo de dificultad. Es, tal vez, la única muestra de benevolencia de su parte.